LA VENGANZA DE CAMILLE CLAUDEL......Harto se debe haber reído Camille Claudel desde el más allá, al enterarse por la prensa celestial, que una escultura del Gran Auguste Rodîn fue birlada por un aprendiz de “papa natas”. Se supone que las obras de arte son robadas por expertísimos ladrones, que despliegan toda una estrategia para cumplir su misión, usando tecnología avanzada y finas artimañas.
El ladrón del torso de RodÎn, hace unas semanas atrás, en el Bellas Artes de Santiago de Chile– es un simple estudiante de arte en una Universidad “alternativa –- fue al Museo a ver la exposición fotográfica de un profesor de ARCIS. Mientras degustaba un canapé de palmitos se cortó la luz. El joven tropezó con un cubiculo y a oscuras toqueteo un metal con forma de torso femenino.
Fue el minuto de la desgracia, titubeo entre: “Agarrar la bandeja de canapés y esconderla en su mochila o probar el sistema de seguridad del recinto”…mejor habría sido que optara por los canapés.
Acomodo su deshilachado morral artesanal al hombro y salió del recinto silbando:
“El pueblo unido jamás será vencido”.
Camille Claudel fue discípula de RodÎn, le ayudo en muchas esculturas, acarreo enormes bloques de mármol hasta quedar con lumbago, tallô las pantorrillas del pensador hasta que las llagas en sus manos se le infectaron, el avaro ególatra no le diò ningún crédito, ni el más mínimo reconocimiento, apenas un “gracias y de ahí te llamo”.
RodÎn poderoso, envanecido con la llegada del nuevo siglo y con su rol de representante de los grandes maestros del arte en la exposición de París del1900, delegò el trabajo duro a sus discípulos hormigas que fabricaron en cadena las esculturas, para que finalmente ÊL, agarrara un martillito y un cincel y en 2 minutos tallara primorosamente su firma:
Auguste Rodîn was here!
Camille a esas alturas, desilusionada de todo, iba perdiendo contacto con el mundo exterior y su mente comenzaba a divagar en dirección a la locura. Vivía pobremente en un oscuro cuartucho que se inundaba con las lluvias. Sus finas y meticulosas figuras de mármol y obsidiana quedaban hundidas en el lodazal. Entre más miseria vivía, más inmaculadas fueron sus obras, en tanto el vejete , a mâs riqueza mayor era su sequía creativa.
Camille murió recluída en un hospital siquiatríco, llena de talento, amando con toda su locura a Rodîn.
Unos años más tarde Rodìn fue humillado públicamente con el robo de una “importante pieza de su colección”, en un país “en vías de desarrollo”, desde un Museo que no fue el Gugenheim, ni el Louvre por un ladrón inexperto!, y que después no supo que hacer con el “cacho de bronce”. Asustado y viendo que sería imposible “revender sin causar sospechas” lo puso en una caja de cartòn, se dirigìo a la comisaría màs cercana y dijo :
“No me lo van a creer!, encontré la famosa escultura botada en la calle!!,soy inocente!sólo andaba paseando a mi perro!!! LO JURO!!!
